Lo
que hoy conocemos como Estado ha sido una construcción de las sociedades. Para
adelantarnos a la noción de Estado podemos acudir a Aristóteles para quien el Estado es “una
asociación política en vista del más importante de todos los bienes”, una
asociación que forman por instinto natural los hombres con el desarrollo
superior de otras asociaciones, como la familia y el pueblo[1].
Por
su parte López Trigal hace un repaso por los distintos tipos de Estado desde
los Absolutos, hasta el social y democrático. En el Estado Absolutista impera
la ley del fuerte y el poder estatal está por encima de los individuos (ya que
el rey gobierna por ellos, en lo que se conoce como Despotismo Ilustrado).
El
Estado liberal de derecho, limita el poder por el imperio de la ley que procede
a su vez de la voluntad general, tiene un origen contractual, establece la
división de poderes y la soberanía de la nación.
El
Estado Socialista concibe al estado como producto de la división del trabajo y
la aparición de la sociedad de clases y por lo tanto es instrumento de
dominación política de la clase poseedora de los medios de producción, sirve
para la creación de condiciones favorables para el desarrollo de la producción,
la represión y la integración ideológica de la clase explotada.
El
Estado social democrático de derecho da un sentido positivo a la crítica marxista,
asumirá la tarea de impulsar desde el poder y la legalidad de los ideales de
libertad, igualdad y fraternidad, reformando el Estado Liberal y la estructura
económica y social de la sociedad capitalista durante el siglo XX. Conforma dos
principios básicos: subordinación del ejecutivo al imperio de la ley la
aspiración del Estado de bienestar general.
Los
elementos que constituyen el Estado tradicionalmente son el poder, entendido
como el dominio, legitimación o jurisdicción que uno tiene para mandar o
ejecutar una cosa. El pueblo, que es la población que habita en sociedad cada
estado, que sería una nación si se
cumplen una serie de rasgos diferenciadores, del que surgirá el Estado Nación,
una nación es una unidad de población o grupo, con una identidad que los
distingue. El territorio es la implicación geográfica del estado, el soporte
físico o material del mismo. Todos los elementos están interrelacionados a
través del Derecho.
Los
Estados creados en América Latina luego de las independencias han tenido una
fuerte impronta de la Revolución Francesa, que ayuda a borrar antiguos
localismos y a formar una nación única e indivisible. El sistema francés (que muchos países
sudamericanos han adoptado) se conforma por una cadena de mando, la estructura
jerárquica, el dominio del ejecutivo y la subordinación del legislativo, es
centralizado. En tanto que el británico se caracteriza por la
descentralización, el predominio del legislativo, el régimen de los comités y
la participación activa del ciudadano. El sistema soviético usa un centralismo
democrático, elecciones con candidatura única y fuertemente jerarquizado. Los
gobiernos unitarios tienden a remodelar sus fronteras intraadministrativas con
un fin utilitarista como modificar la economía y la eficacia gubernamental,
mientras que los estados federales los límites intraadministrativos suelen
tener similitudes con los internacionales. Ésta organización es un proceso
continuo.[2]
Luego
de la independencia, una de los primeros intentos de Estado la existencia del
mismo se fundaba, de hecho, en uno sólo de sus atributos: el
reconocimiento externo de su soberanía
política. Por lo cual es imperante la delimitación de un territorio sobre el
que el Estado ejercerá su poder. Hoy las competencias de un estado sobre un
territorio se encuentran delimitados, en lo que respecta a los límites internacionales Balmaceda nos
dice que es una línea trazada en virtud de acuerdos, arbitrajes, laudos, normas
consuetudinarias, convenciones e imposiciones sugeridas tras tratados de paz,
se trata de “la intersección entre dos soberanías cuya línea divisoria ha sido
establecida mediante tratados y por trabajos topogeográficos y geodésicos
efectuados en el terreno”. Por otra parte destierra lo que concierne a los
conceptos de límites naturales o artificiales ya que considera que todos los
límites en realidad son de creación humana, sólo que a veces estos se apoyan en
hechos físicos[3].
Además de lo que comprende la superficie, Balmaceda dice que el territorio
incluye el subsuelo, los mares contiguos, y el espacio aéreo y cósmico situado
sobre las tierras y los mares contiguos.
La
soberanía sobre los últimos espacios, estos son el acuático, el aéreo y el
cósmico son analizados por André Sanguín. Él dice que la única soberanía de los
estados sobre el mar consiste en impedir que otros naveguen, pesquen o vuelen
sobre esa porción. A partir del siglo XVI con la competencia por el dominio de
los mares s establece el concepto legalista de aguas territoriales, pero fue en
1977 cuando se impuso el principio de las 200 millas marinas a partir de un
estado costero, subdivididas estas en 12 millas de mar territorial exclusivo y
188 millas de mar patrimonial económico. Entre otras consideraciones hay que
resaltar lo que concierne al acceso marítimo de los Estados interiores, dice
que cuando in vecino posee un ancho litoral, el estado interior queda en una
situación de inferioridad. Para poder participar adecuadamente en el comercio
internacional debe procurarse n acceso libre y seguro hasta el océano y debe
negociar “derechos de paso inocente” es decir depende de su capacidad para
mantener relaciones cordiales con sus vecinos. Se pueden proponer distintas
opciones para lograr el acceso, como los pasillos, el libre tránsito
ferroviario o la internacionalización de los ríos entendiéndolos como “grandes
galerías hacia el océano”[4]
En
cuanto al límite de la cosmos-atmósfera el límite se sitúa en los 40 a 160 km.
De modo que hay quienes afirman que el cosmos no puede ser sometido a
apropiación por parte de ningún estado y debe depender de las Naciones Unidas.
También se lo considera como un espacio desmilitarizado, neutralizado, y
consagrado a la investigación científica para beneficio de la humanidad.
Por
otro lado, una vez dadas las bases para la organización el estado, se debe
abordar la cuestión de los distintos modelos que se adoptan para organización
territorial que puede encontrar respuesta en lo dicho por López Trigal y Benito
Del Pozo, en cuanto que un Estado unitario existe un centro de poder que adopta
todas las decisiones políticas y detenta el monopolio de la creación de normas
jurídicas, aplicables en todo el territorio y a todos los ciudadanos, sin
embargo en la práctica no existe un Estado unitario puro, presentando así
elementos de descentralización políticas (unidades territoriales con algún
grado de autonomía). En los Estados fuertemente centralizados se relaciona con
distintas formas de totalitarismo
El
Estado federal tiene instituciones imprescindibles como los son la Constitución
federal que fija los derechos y deberes de los Estados miembro, imponiendo
ciertos límites a sus constituciones y garantizando su participación en la
voluntad federal. Algunos autores han llegado a considerar el federalismo cono
la forma política más geográfica del Estado, y puede interpretarse que es la
forma más adecuada para afrontar con éxito las diferencias económicas y
sociales que conllevan las grandes extensiones.
La confederación, se encuentra en desuso desde fines del
siglo XIX, cobra nuevo vigor en los planteamientos federalistas actuales. En
este modelo los Estados que mantienen la Unión mantienen su independencia, su
identidad como sujetos soberanos y entre ellos priman las relaciones de
coordinación.
El Estado regional y autonómico, que es una unidad
territorial subestatal con poderes políticos propios creado por el Estado
unitario. Tienen poderes políticos propios por razones administrativas,
históricas y democráticas.
En la actualidad existen nuevos modelos como los
macroestatales, por ejemplo la Unión Europea. Castells asegura que no
sustituyen los Estados nación existentes, sino que, por el contrario, es un
instrumento fundamental de su supervivencia a condición de conceder cuotas de
soberanía a cambio de obtener más voz en los asuntos mundiales y nacionales en
la era de la globalización. La Unión Europea podría entenderse como un Estado
red, característico de la era de la información con autoridad compartida lo que
no impide la existencia de diferentes grados de poder entre los miembros que la
componen[5].
Por otro
lado, el Estado también acciona sobre la delegación del poder. Andrés Sanguín
describe el poder político y la organización en cuanto a la delegación del
poder en diferentes niveles administrativos y las implicancias que las
decisiones políticas puedan ejercer en un espacio geográfico así cómo la
incidencia de los factores geográficos en la toma de decisiones. Éste último
aspecto tiene tres factores esenciales, el carácter geográfico de los espacios
políticos (localización industrial, ámbitos de población y la regulación de los
transportes), la influencia de la actividad partidaria (sindicatos, iglesias,
grupos de presión) y la influencia del entorno físico sobre la política
(aridez, extensidad). Todo esto afectará las políticas públicas.
En cuanto a los servicios
públicos, los mismos deben ser considerados en términos de distancia,
accesibilidad, justicia social, bienestar público y equidad. Éstos pueden ser
considerados como defensa (pasiva en tiempos de guerra y protección civil en
tiempos de paz), recopilación de datos (estadísticas económicas, empleo,
demografía) y administración (obras públicas, irrigación, drenaje, salud,
educación, parques nacionales). Aunque
los mismos no sean grandes formadores de paisajes necesariamente implican una
dimensión espacial bastante importante, como la escuela, el ejército, los
medios de comunicación, etc.
Considera las divisiones estatales (por ejemplo las
provincias) y hasta las subdivisiones (municipios), según Sanguín los sistemas
políticos son ámbitos de organización humana establecidos para solucionar
problemas públicos.
En ese
mismo sentido Di Pietro considera que estas divisiones locales son una
estrategia que toma como mecanismo dinamizador los procesos de desarrollo
endógeno (cita a Vázquez Barquero). Sin embargo esta organización no logra
corregir la distribución desigual del ingreso ni las asimetrías regionales.
Asimismo el desarrollo económico no se acompaña con un aumento de la equidad ni
la disminución de la pobreza.
Asimismo los Organismos
Internacionales de crédito han tenido que reevaluar su actuación, y han
modificado su perspectiva de análisis, con una visión más amplia e integral de desarrollo. También han tenido
que ser revisadas teorías como el modelo del “derrame”, revalorizar el capital
humano y social. Poner énfasis en la necesidad de articular desarrollo
económico y el social.
El contexto incide en el desarrollo local, por ejemplo la
globalización y la dinámica financiera y económica, así como la insuficiencia
de los modelos tradicionales de desarrollo y por último los procesos de Reforma
del estado y la descentralización de las políticas públicas.
En
“El sistema internacional de fin de siglo”, López Trigal y Del Pozo analizan la
situación que devino luego de la guerra fría, cuando se disuelven los dos
bloques y se construye un nuevo orden. Encuentra una serie de cambios
sustanciales como la construcción de la Unión Europea, la crisis del Estado
Nación, el auge de los nacionalismos, y el fundamentalismo religioso. Las
consecuencias se materializan en el mapa político, la geopolítica, las
fronteras y las relaciones. Se lleva a cabo una recomposición de fronteras y
Estados Unidos se alza como única potencia. Cuando describe el resto de los
actores mundiales lo hace de la siguiente manera: la realidad Latinoamericana
se presenta con hábitos democráticos frágiles, economías dependientes y
periféricas. En África predominan el hambre y las guerras, es políticamente
inestable, al margen de economía mundial.
En cuanto a Asia, la caracteriza con la región emergente, principalmente con
China, India, Japón y “Los cuatro tigres”, Singapur, Taiwán, Hong Kong y Corea
del Sur.
Actualmente
la globalización ha causado la modificación del modelo de Estado, caracterizado
por las privatizaciones y la despatrimonialización del Estado. Esto aparece
como una competencia entre lo público y lo privado. Castells lo describe como “el Estado rígido,
centralizado, anclado en una soberanía ficticia, superada por los flujos
globales y dosificado en la ideología nostálgica de ser una unidad de destino
en lo universal que ha quedado obsoleto”. A su vez Milton Santos dice que hoy
evolucionamos de la noción de Estado territorial a la noción posmoderna de la
transnacionalización del territorio, al tiempo que se cuestiona la idea de
comunidad política nacional por las implicancias del poder de las identidades
culturales y religiosas, y el renacimiento de los nacionalismos en todas sus
variantes. El estado tiende a la internacionalización y transnacionalización.
La globalización o mundialización genera interdependencia y se institucionaliza
la cooperación internacional.
Podemos
concluir en que el estado ha perdido en los últimos años su poder de decisión,
con lo cual su soberanía se ve afectada y su competencia para los asuntos
políticos internos. Hoy sus decisiones pueden ser precipitadas por una
directiva de algún organismo internacional o la presión de los intereses de
determinados grupos de interés. Es decir que se aleja de aquella primera
versión, que encontraba su germen en la revolución francesa. La aceleración de
este proceso encuentra la explicación en la globalización y la implementación de
políticas neoliberales. Así la autoridad estatal pierde fuerza, mientras que la
economía se abre al exterior, como contrapartida de la internacionalización.
Nos queda por contemplar las implicancias que esta nueva forma de estado tiene
en su sociedad.
“La ausencia del estado es la no ausencia del
estado”
Desde 1930 comienza a surgir
lo que tradicionalmente conocemos como un Estado interventor, que se lo
relaciona con un Estado presente, con pleno empleo, aumento de salarios, basado
en la democratización social en los que Toussaint llama “el eclipse del
laissez-faire”. Esto deviene del período posterior a la crisis de Wall Street y
las guerras mundiales.
Sin
embargo no podríamos decir que luego de los ’70 cuando este modelo cae el
Estado se ausenta, ya que en política no existen los vacíos y los lugares que
unos ya no ocupan son ocupados por otros. Es en esta etapa cuando se instala la
ideología neoliberal y se instala por tres décadas hasta la crisis de
2006-2009, aunque todavía encuentra mucha validez en las universidades según
Toussaint. El origen de este retorno se encuentra en la Crisis del Petróleo, es entonces cuando se emprende una batalla
ideológica contra las posiciones Keynesianas del Norte así como las ideas
desarrollistas del Sur y contra las socialistas o marxistas de diferentes
puntos del planeta.
La
instalación neoliberal encuentra sustento ideológico en las doctrinas de David
Hume, Adam Smith, Kant, entre otros. En este sentido se instala lo que
Toussaint llama la contrarrevolución liberal que enfrenta a la revolución
keynesiana. En lo que concierne a América Latina, Chile ha sido desde 1973 el
laboratorio de estas políticas durante la dictadura de Pinochet. Fue el estado
quien cedió el espacio para que ese laboratorio funcionara, al igual que en
nuestro país.
De igual manera, este espacio propicio para la
instalación del nuevo modelo también abrió las puertas al libre comercio, que
sirve de máscara para la anulación de la conquista de los trabajadores y de los
oprimidos en general a quienes presenta como si fueran opresores. Esto último
se lleva a cabo por medio de la estigmatización, en detrimento de los
movimientos sindicales y las legislaciones que protegen a los trabajadores.
Estas políticas fueron lanzadas de los organismos
internacionales, como el Banco Mundial y el FMI, e implementadas
sistemáticamente por los estados. Son los dirigentes políticos, los devotos del
mercado (en especial del financiero) quienes lo montan como una religión. Los
gobiernos que dirigen llevan a cabo privatizaciones y crean la ilusión que la
población puede formar parte de los ritos del mercado (compra y venta de
acciones) y que podría beneficiarse si sigue correctamente las señales del mismo. Los operadores de todo esto son
los principales dirigentes de las 200 multinacionales más importantes del mundo
con la ayuda de organizaciones internacionales, tales como el G7 y el FMI, el
BM y la OMC. Así es que hoy en día el dinero atraviesa fronteras sin ninguna
imposición fiscal. Las fórmulas de dichos organismos no sólo han fracasado en
la estabilización y en el desarrollo, sino que además han intensificado el
estrangulamiento externo de los países, han aumentado la miseria de las grandes
masas desposeídas, poniendo al rojo vivo las tensiones sociales, y han precipitado
la desnacionalización económica y financiera, al influjo de los sagrados
mandamientos de la libertad de comercio, la libertad de competencia y la
libertad de movimiento de los capitales.
Las empresas privadas ganan terreno en el poder, Galeano
cita a un ministro de gobierno brasileño que asegura “Fuerte, en Brasil además
del propio estado, sólo existe el capital extranjero, salvo honrosas
excepciones” y el autor agrega: “y el gobierno hace todo lo posible por evitar
esta incómoda competencia a las corporaciones norteamericanas y europeas”. En
ese país las políticas implementadas por la dictadura militar lograron que
entre 1964 y 1968 quince fábricas de automotores o piezas por Ford, Chrysler, y
otras empresas extranjeras. En el sector electrónico tres empresas brasileñas
fueron a parar a manos de empresas japonesas y esto se extiende al resto de las
industrias. Las inversiones imperialistas tanto en Argentina como en Brasil
hundieron las industrias y las economías locales. Las ahogaron gracias a las facilidades
que se les otorgo desde el Estado que no impone limitaciones a la entrada de
capital extranjero, ni a la salida de las ganancias, ni a la repatriación de
capital, se exime de impuestos a las empresas internacionales y se les brinda
tasas especiales de cambio.
Pero ¿No afecta que las empresas extranjeras se instalen
en América Latina a la división internacional del trabajo?, esto lo responde
Galeano de la siguiente manera: “las
inversiones que convierten a las fábricas latinoamericanas en meras piezas del
engranaje mundial de las corporaciones gigantes no alteran en absoluto la
división internacional del trabajo. No sufre la menor modificación el sistema
de vasos comunicantes por donde circulan los capitales y las mercancías entre
los países pobres y los países ricos. América Latina continúa exportando su
desocupación y su miseria: las materias primas que el mercado mundial necesita
y de cuya venta depende la economía de la región y ciertos productos
industriales elaborados, con mano de obra barata, por filiales de las
corporaciones multinacionales. El intercambio desigual funciona como siempre:
los salarios de hambre de América Latina contribuyen a financiar los altos
salarios de Estados Unidos y de Europa”.
Para describir la incidencia del Estado en el devenir de
su destino se puede analizar el caso de Grecia, al igual que en nuestro país su
deuda fue contraída mayormente durante la dictadura militar entre 1967 y 1974.
En 2004 la organización de los Juegos Olímpicos en ese país implico un presupuesto
de 1.300 millones de dólares, costo que se multiplica por cuatro en sólo unos
pocos años. A esto se le agrega un aumento de la deuda por contratos firmados
entre los gobernantes y empresas privadas (como el caso de Siemens, acusada de
pagar sobornos a políticos en Grecia). Por otra parte, se produce un
endeudamiento privado, las familias eran tentadas masivamente a la compra y por
los bancos y sector comercial privado, se endeudaron masivamente.
Tras el estallido de la crisis el gobierno griego ha sido
presionado una y otra vez por las recetas de los organismos internacionales que
exigen el ajuste en los gastos sociales y medidas de austeridad, sin embargo no
se tocó el presupuesto de Defensa ya que los gobiernos francés y alemán deben
asegurarse la exportación de armas, ya que curiosamente Grecia gasta más en
armamentos que cualquier potencia europea. La “bola de nieve” comienza en 2010,
cuando las autoridades del país piden prestado capital para reembolsar
intereses.
En conclusión, es el Estado quien ha implementado
sistemáticamente políticas que llevan a la acumulación de capitales por una
parte de la sociedad y derivan a la otra parte a la miseria y al hambre. La
ausencia del estado no es accidental ni tiene el más mínimo sesgo de inocencia,
sino que es una ausencia ficticia y planificada. Estas medidas sirven para
seguir rodando los engranajes del sistema capitalista, sin explotador ni
explotado el sistema se vería en peligro. Asimismo cuando el Estado pretende
estar mirando para otro lado, se genera el clima propicio para actividades
ilícitas, esto explica el crecimiento del narcotráfico y los eventuales casos
de corrupción ligado al mismo. O la venta de tierras a precios irrisorios o
aquellas que pertenecen a los pueblos originarios a megaemprendimientos inmobiliarios
o magnates extranjeros, o multinacionales como Monsanto.
El sistema capitalista necesita que el Estado se haga
invisible y el estado lo acepta, no sin recibir los dirigentes su parte a
cambio. Como cuenta Galeano refiriéndose a Brasil: “La Ley
56.570, promulgada el 6 de julio de 1965, reservó al Estado la explotación de
la petroquímica; el mismo día, la ley 56.571 derogó la anterior y abrió la explotación
a las inversiones privadas. De esta manera, la Dow Chemical, la Union Carbide,
la Phillips Petroleum y el grupo Rockefeller obtuvieron, directamente o a
través de la «asociación» con el estado, el filet mignon tan codiciado: la
industria de los derivados químicos del petróleo, previsible boom de la década
del setenta. ¿Qué ocurrió durante las horas transcurridas entre una y otra ley?
Cortinados que tiemblan, pasos en los corredores, desesperados golpes a la
puerta, los billetes verdes volando por los aires, agitación en el palacio:
desde Shakespeare hasta Brecht, muchos hubieran querido imaginarlo.” De esta
manera, mientras el pueblo percibe una “Ausencia del Estado”, en las mesas
chicas y despachos se juega el destino de toda una sociedad.
[1] López
Trigal, “El estado y sus elementos”, pág. 17.
[2]
Sanguín Andrés, “Política pública y geografía”. Pág. 98
[3]
Balmaceda Raúl, “Integración territorial Argentina. El Estado y su territorio”.
Pág. 18.
[4]
Sanguín André, “El espacio acuático, aéreo y cósmico”. Pág. 139.
[5] López
Trigal, Del Pozo Benito. “La Administración Pública y la organización
territorial del Estado”. Pág. 232.
BIBLIOGRAFÍA
Sanguín Andrés, “Política
pública y geografía”.
Di Pietro Paolo Luis José,
“Hacia un desarrollo integrador y equitativo. Una introducción al desarrollo
local”.
Balmaceda Raúl, “Integración
territorial Argentina. El Estado y su territorio”.
López Trigal, Del Pozo
Benito. “El estado y sus elementos. La Administración Pública y la organización
territorial del Estado”.
López Trigal, Del Pozo
Benito. “El sistema internacional de fin de siglo”
Sanguín Andrés, “El espacio
acuático, aéreo y cósmico”.
Galeano, Eduardo. “Las venas
abiertas de América Latina”
Toussaint, Eric.
“Neoliberalismo. Breve historia de un infierno”.
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