domingo, 8 de noviembre de 2015

Capitalismo y sus implicancias para Argentina

LA NUEVA INTERDEPENDENCIA MUNDIAL
La aplicación del vapor es el puntapié inicial para la revolución en el transporte. Con el desarrollo en la construcción de navíos especializados a un costo más reducido, el transporte dejaba suponer cuantiosos gastos para pasar a ser más accesible. Mientras que el desarrollo del ferrocarril facilita el acceso a zonas que por diferentes barreras no podían ser penetradas en el pasado. Con respecto a la comunicación, el telégrafo fue un hito sobresaliente, permite acelerar el comercio y los diálogos entre naciones geográficamente distantes.
Estos cambios fundamentaron el comercio libre desde la segunda mitad del siglo XIX y la consecuente división internacional del trabajo. Esto significaba la liberal implicancia que cada país debería producir lo que resultara mas barato en comparación a otras naciones
“El capitalismo tenía ahora a su disposición a todo el mundo, y la expansión del comercio internacional y de la intervención internacional mide el entusiasmo con el que se aprestó a conquistarlo. El comercio mundial entre 1800 y 1840 no se había doblado por completo. Entre 1850 y 1870 aumentó un 260%”.2
Las viejas políticas mercantilistas se sustituyen por “Dejar hacer, dejar pasar”. La economía tiene leyes propias, todo intento por interferir en el cumplimiento de ellas provocará enormes complicaciones. Esta consigna lleva implícito en el postulado de que el mundo no reconoce fronteras ni protecciones para impedir la libre movilidad de capitales. Con lo cual el proteccionismo mercantilista que ha desplazado por años a naciones como Irlanda, queda totalmente hundido en el pasado. 3
La Revolución Industrial deja entonces de ser un mero fenómeno nacional Británico y comienza a colocar al mercado internacional como proveedor de fuerzas productivas. Ahora desde la periferia se envían los productos primarios y desde las metrópolis se envía la producción de manufacturas.
También es el inicio de un nuevo sistema monetario, el Banco de Inglaterra tenía el monopolio del papel moneda, y se estableció que el mismo podía ser intercambiado por oro, lo cual sirvió para el comercio internacional, basándose en “el sistema patrón oro”.
Crisis y revitalización del capitalismo.

El período que se desarrolla entre 1875 y hasta 1914, es decir, el lapso que antecede a la Primera Guerra Mundial, está caracterizado por un gran dinamismo económico, en el que de advierten dos grandes fluctuaciones, una depresión y un rápido incremento en la economía mundial. Hobsbawm define el ánimo de la época que fue “de la preocupación a la euforia”.
Un primer tramo en el cual que se aprecia una depresión del comercio sin precedentes, caracterizada por afectar a todos por igual de un modo “universal”, sin distinguir viejas o nuevas naciones. Las depresiones más acentuadas se encuentran entre los años 1873 y 1890. Una de las grandes características de este período fue la gran deflación. Si bien el precio de los productos bajaba, los costes de producción se mantenían más o menos estables (ya que los salarios no podían ser reducidos). Al mismo tiempo era imposible amortizar los costes de las grandes maquinarias cuando los beneficios que otorgaban los productos eran cada vez menores. Al mismo tiempo los mercados crecían muy lentamente. Por otra parte, cuando el precio del oro y la plata se volvían inestables, complicaba las transacciones entre los países que sus monedas se basaban en metales preciosos distintos.
A partir de 1890, en lo que se conoce como la Belle époque, comienza a darse un aumento en los precios. Hay quienes coinciden en que el descubrimiento de nuevos depósitos de oro en Sudáfrica son los que facilitan el nuevo impulso de la economía. Pero en este momento, se genera una “redistribución del poder” crecen nuevas potencias, el progreso de Alemania y Estados Unidos ya estaba consumado, y a estos los siguen otros estados como Francia, Bélgica y Suiza. Y así se crea una nueva expansión generada por las nuevas “locomotoras del crecimiento mundial” que eran estos nuevos ponderados de la economía, respaldadas por las innovaciones tecnológicas constituyen “sectores de punta”. Sus mercados viven cada vez más de las compras y que se alejan de las viejas economías rurales. En efecto, las mismas quedarán relegadas al resto del mundo, países no desarrollados a los que se les determinara su desarrollo en función de las necesidades de los núcleos centrales de la economía.4



La expansión imperialista.
A fines del S XIX comienza una expansión a razón de satisfacer las necesidades de los empresarios que requerían nuevas tierras para obtener materias primas y mercados. África y parte de Asia fueron conquistadas por los ejércitos de las grandes potencias. Formaban parte de sus imperios coloniales. Otros países se fueron transformando en “semi-colonias”, y los pocos que pudieron escapar a esta suerte, como repúblicas soberanas, especialmente en el continente americano, estaban dominadas económicamente.
Taylorismo.
Junto con la utilización de nuevas tecnologías y fuentes de energía, se introdujeron cambios en la organización del trabajo industrial, por un conjunto de criterios organizativos con el fin de aumentar la productividad, es decir, disminuir el desperdicio de tiempo y el esfuerzo en el trabajo fabril y obtener la mayor producción posible en una jornada de trabajo. Taylor era norteamericano y vivió entre 1856 y 1915.

EL MODELO AGROEXPORTADOR ARGENTINO
A partir de 1852, con el proceso de construcción del estado nacional Argentino, se comienza el camino para insertarse en la división internacional del trabajo, en el proceso de una internacionalización de los intercambios comerciales. Este estado que se consolidará en el ’80, surge con una consigna primordial: “orden y progreso”.
Desde ese momento a esta parte, la oligarquía encontró su destino. Como lo cita Eduardo Galeano, en un discurso de 1858 el presidente de la comisión directiva de la sociedad rural aseguraba que: “Nosotros, en la infancia aún, contentémonos con la humilde idea de enviar a aquellos bazares europeos nuestros productos y materias primas, para que nos los devuelvan transformados por medio de los poderosos agentes que disponen. Materias primas es lo que Europa pide, para cambiarlas por artefactos”5
Cada vez mas el ferrocarril suplanta al viejo carro tirado por bueyes y los paquebotes a vapor reemplazan los barcos a vela en el Río de La Plata. El crecimiento económico impulsado por las exportaciones de productos primarios, unifica a la vez políticamente al país. La producción iría dirigido al mercado Británico, quienes aportaron recursos e inversiones. El rápido desarrollo de la región pampeana, con florecientes estancias en expansión, acentúa las
disparidades regionales; la población indígena se reducía. Los inmigrantes que llegaban al país sólo podían arrendar la tierra sin poseerla.
Este cambio económico y político encuentra se basa en tres factores preponderantes, la inversión extranjera, el comercio exterior y la inmigración.
En cuanto a la primera, tienen especial importancia los préstamos al gobierno nacional, los que fueron utilizados para la unificación nacional, la Guerra del Paraguay y contra los Caudillos, además de los enlaces ferroviarios. Además estaban los préstamos a las empresas a las que el gobierno garantizaba beneficios mínimos.
En el comercio exterior comenzaba a fomentarse el mismo con América Latina y por otra para el Transatlántico crecía día a día. A la ya conocida industria de la carne salada, el cuero y el sebo se le sumaba la lana, cuyo auge fue a mediados de 1860. Y por otra parte la agricultura se desarrollaba a pasos agigantados, favorecida por la ampliación del mercado interno por la liberación del comercio fluvial, el litoral fue la primer región en desarrollarla. Los principales productos eran el trigo y el maíz, seguidos por la linaza, la cebada y la avena. A partir de 1860, en Tucumán también renace el comercio de la caña de azúcar, y viñedos en Mendoza.6
Pero fue la agricultura, especialmente por el trigo, la que fue capaz de conducir la salida de la crisis de 1890, cuya causa es un tema en discusión entre factores externos e internos, años de crisis en las que el oro subía, era difícil afrontar los servicios de la deuda y la falta de dinero de los bancos. Pero la cantidad de tierras que aún quedaban por explotar dio un margen para continuar la expansión, en consecuencia se siguió con la construcción de vías férreas. Para 1895, todos los sectores experimentaban una amplia expansión y en 1896 ya no quedaban rastros de la crisis. El PBI aumentó un 6% anual y la tierra explotada paso de 5 a 24 millones de hectáreas entre 1895 y 1914. La población se duplico, entre otras cosas, debido a la mejora en la calidad de vida, la suba en la tasa de natalidad y baja en la tasa de mortalidad. Se produjo un fenomenal aumento del comercio exterior.
El país se había convertido en un exportador de materias primas, el 90% de ellas eran materias primas de la región pampeana, mas del 85% de los cuales iban a Europa Occidental, de la cual Gran Brataña era el principal socio, ya que compraba al menos el 20% de las exportaciones Argentinas y al mismo tiempo de allí llegaban la mayor parte de las importaciones, de las cuales (junto con otros
países como Alemania y Estados Unidos) se abastecía el marcado interno y que tuvieron un crecimiento meteórico de la demanda.
Entre 1904 y 1913, las inversiones que habían dejado de llegar en la crisis del '90 volvieron no solo por parte de Inglaterra (que seguía siendo el mayor inversor), también desde Francia y Alemania. De hecho en ese período se registra mayor inversión que en todo el S XIX, aunque esta vez las compañías ferroviarias fueron las favoritas de los inversores.
Crece la industria, especialmente aquella relacionada con el modelo agro exportador. La industria lechera comienza a destilar un impensado floreciente y prometedor futuro. Otros que crecieron a un ritmo acelerado fue la producción de cerveza, las refinerías de azúcar y el molino harinero. Renace la actividad ganadera, que desplaza a las ovejas hacia la Patagonia para poder generar un nuevo camino. Llegaron razas importadas de Gran Bretaña: Shorton y Hereford. Crece la demanda de carne enlatada y congelada.
Para 1911 el comercio exterior argentino era el mayor que el de Canadá, y un cuarto del de Estados Unidos. La Argentina era el mayor productor mundial de maíz y linaza, el segundo de lana y el tercero en ganado vacuno vivo y equino.

Cambios sociales: “Gobernar es poblar”
“La población en todas partes y esencialmente en América forma la sustancia en torno de la cual se realizan y desenvuelven todos los fenómenos de la economía social.” Estas palabras de Alberdi, son citadas por Jauretche en su “Manual de zonceras Argentinas”, mas adelante agrega: “Aunque la idea –gobernar es poblar- era básicamente buena, el europeísmo reinante en la Argentina del S XIX la arruinó por completo (…) Ante un país desierto, que sólo necesitaba grandes masas de población para explotar recursos vigentes. Alberdi consenso un programa de gobierno en la célebre fórmula. Como su modelo de nación civilizada era Inglaterra, redondeó en “Bases” la idea de que un peón criollo no podía ser un buen operario inglés.” Pero la realidad fue otra, los únicos ingleses que vinieron fueron los gerentes ferroviarios, y que importaban no sólo carbón, sino también esposas. Al dar a luz, las empresas les pagaban el viaje a Inglaterra y luego de tener sus papeles en regla, volvían al país. Jauretche enuncia con picardía “¡Qué anonadado quedó Sarmiento!, los inmigrantes que llegaron fueron
los menos refinados, aunque más enérgicos y laboriosos que sí integraron al viejo país criollo y dieron origen a la Argentina contemporánea.

“Civilización y Barbarie”, lema de una oligarquía floreciente.
Bajo este lema, consagrado por Sarmiento, la oligarquía Argentina funda su idea del progreso de la última mitad del S XIX y los iniciales del XX. “Alienada al desarrollo dependiente del país, su prosperidad momentánea, le hizo confundir su propia prosperidad con el destino nacional.”9 Se intenta crear Europa en América, trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser obstáculo al mismo para el crecimiento según Europa y no según América.
Pues bien, esta oligarquía era tan liberal en lo económico como conservador en lo social y lo político. Socialmente estaba constituida por terratenientes, comerciantes y banqueros. Es una sociedad cerrada en la que el resto de los sectores que integran la sociedad no pueden acceder.
Llegan los inmigrantes.
Alberdi en sus Bases había llamado a las razas “viriles” del norte de Europa “la libertad como el vapor, necesita maquinistas ingleses de origen”, para transformar este país “indígena en español”. En la década 1852-1862 apenas 30.000 inmigrantes habían entrado a la Argentina; en la de 1862 a 1872 la cantidad aumentó trece veces: 400 mil.
Parte de esta inmigración fue absorbida por la campaña: los vascos ordeñaron vacas como peones o arrendatarios, agricultores lombardos sembraron maíz y trigo todavía por cuenta ajena, y gallegos mercachifles recorrían en carretas las poblaciones de campaña, pero la mayoría de los inmigrantes se quedaría en Buenos Aires y Rosario en las funciones subalternas pero mejor pagadas de jornaleros, domésticos o artesanos.
Los inmigrantes cumplieron admirablemente su función de clase proletaria en la Argentina que por 1862 necesitaba desprenderse de los proletarios nativos. No tenían caudillos, ni reivindicaban el patriotismo, ni les preocupaba otra cosa que trabajar duro para juntar algún capital. 10


Llegada de los colonizadores, las nuevas estancias.
En 1862 por Congreso Nacional autoriza la contratación de empresas colonizadoras para los territorios nacionales. En 1869 la comisión central de inmigración envía comisionados a Europa para reclutar colonos. Comienza la transformación de la sociedad de las Pampas11.
Mientras que la ciudad es el emporio del comercio exterior del país, en la región central comienza a generarse la clase media rural, que presenta el aspecto de una sociedad de capitalistas pioneros: mano de obra libre y pago de salarios.
La tierra fue colonizada por chacareros, principalmente Europeos que pusieron vallas, plantaron árboles, construyeron molinos y cavaron pozos de agua. Los chacareros eran en realidad empresarios capitalistas en menor escala que empleaban mano de obra para realizar tareas estacionales. Éstos hallaron más conveniente arrendar propiedades grandes que comprar pequeñas chacras, para obtener mayor rendimiento. La mayor parte de la población rural estaba compuesta de un puñado de arrendatarios, peones de ganado, o criadores de ovejas y braseros temporales. Fuera del enclave de esta clase media, aún perduraban las grandes haciendas.
En cuanto a la Patagonia, estaba poblada de grandes haciendas dedicadas a la cría de ovejas. También en el valle de Río Negro se desarrolla el cultivo de árboles frutales.
El NOE tenía el cultivo de la yerba mate, algodón y quebracho. Entre Rios continúa como productora de cueros y carne salada. En Cuyo florece la vitivinicultura y en Tucumán prospera el azúcar.
Las ciudades
La ciudad es el emporio del comercio exterior del país. Su elite estaba constituida por banqueros, comerciantes e inversores urbanos. Mientras que la clase media, en dos estratos: el superior, con especial interés por la formación superior (por aspiraciones de movilidad social), conformado por empleados públicos y oficinistas. Mientras que la inferior se formaba con fabricantes y tenderos.
En 1914 una de las tres cuantas partes de la clase obrera porteña estaba compuesta de inmigrantes. La clase obrera Argentina de fines del S XIX y principios del S XX fue modelada por el desarrollo de la sociedad agroexportadora.

BIBLIOGRAFÍA
Cristina Lucchini, Juan Bubello. Formas de organización capitalista en el S XX. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2008.
Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina. Ed. Catálogos. Buenos Aires, 2007. P. 15.
Eric Hobsbawm. La era del capitalismo. Barcelona: Guadarrama, 1977.
Eric Hobsbawm. “La era del imperio”, 1875 – 1914.
Felipe Duarte, Gloria Gnavi, Cristina Reynals, Cecilia Senén González y Marcelo Stiletano. “Formación del estado Nacional: La generación del ‘80”. Buenos Aires. 1986.
Jauretche. Manual de zonceras Argentinas. Peña Lillo Editor. Buenos aires, 1988.
José María de Rosa. Historia Argentina. Tomo 7. Ed. Oriente. Buenos Aires.

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